Cuatro lecciones que nos deja la serie "The Bear" para acabar con el hambre infantil

Cuatro lecciones que nos deja la serie «The Bear» para acabar con el hambre infantil

Con la premisa de que un joven chef de alta cocina regresa a Chicago para dirigir de la tienda de sándwiches de su familia, esperaba que la serie «The Bear» diera una mirada honesta al mundo de las cocinas en una era pospandémica. Acabé cautivada por las complejas experiencias de vida de los personajes, que abordan muchos temas de nuestras sociedades contemporáneas, tales como, encontrar un propósito o un rayo de esperanza en medio de la adversidad y la desigualdad; el desafío de cuidar nuestra salud mental; invertir en las personas, por mencionar algunos.

Como defensora del derecho de los niños a una alimentación nutritiva y suficiente, me encantó cómo en la serie la comida impulsa la comunidad: en la cocina, en la familia y con los clientes. En una escena memorable de la temporada 1, la coprotagonista de la serie, la chef Sydney (interpretada por la ganadora del Globo de Oro y el Emmy Ayo Edebiri), incluso evita un conflicto inminente fuera del restaurante regalando sándwiches.

En ese momento, empecé a ver la serie de otra manera. Con los miles de millones que se invierten cada año en la industria de restaurantes, el sistema que retrata The Bear, esta serie podría quizá enseñarnos algo sobre cómo gestionar uno de los problemas más desesperantes que aún afecta a nuestro abundante planeta: el hambre y la malnutrición infantil.

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Cada segundo cuenta

Para los 45 millones de niños que sufren emaciación en todo el mundo, cada segundo con o sin alimentos terapéuticos marca la diferencia entre la vida y la muerte. Cuando la ayuda llega a tiempo, pueden evitarse hambrunas. Al igual que en las cocinas de los restaurantes de lujo que aparecen en la segunda temporada de The Bear, donde el diseño deficiente de los sistemas alimentarios afecta al servicio al cliente, millones de niños no reciben el tratamiento contra la desnutrición que puede salvarles la vida debido a problemas de diseño sistémicos. Por eso, World Vision aboga para que los servicios esenciales de nutrición sean prestados por sistemas de salud comunitarios bien dotados.

Cocinar para los cocineros

En una de las escenas de la primera temporada, los alimentos se preparan para la «comida familiar» (es decir, el almuerzo del personal) con el mismo cuidado como si se sirviera a clientes que pagan en un restaurante de lujo. Si el personal está bien alimentado y contento, también lo estarán los clientes. En nuestras actividades de promoción y nuestros programas, nos centramos mucho en los niños que padecen hambre y malnutrición, y con razón, ya que con demasiada frecuencia ellas y ellos suelen ser olvidados a la hora de analizar las causas profundas del hambre y diseñar soluciones. Sin embargo, los niños de todo el mundo dependen de un sistema de cuidados que comienza con sus padres o tutores, continúa en las familias extensas y se extiende a comunidades y países enteros. Si a un padre o cuidador no le va bien, hay pocas posibilidades de que a los niños que están en su compañía les vaya mucho mejor. Así pues, aunque organismos como el nuestro, los gobiernos y otros proveedores de servicios deberían diseñar programas basados en la experiencia vivida por los niños hambrientos y desnutridos, no olvidemos proporcionar al mismo tiempo alimentos nutritivos y otro tipo de apoyo a sus padres y otros cuidadores. Los Grupos de Cuidado Nutricional de World Vision son un gran ejemplo.

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La anticipación contribuirá a la plenitud

Leemos que cada vez hay más niños hambrientos y malnutridos, al tiempo que vemos cómo los llamamientos humanitarios se quedan sin financiación y las agencias de ayuda tienen que recortar las raciones en muchos lugares. Anticiparse significa reconocer que en cualquier momento de la historia habrá algún foco de hambre en este planeta y, por tanto, debemos prepararnos para responder rápidamente a esas necesidades cuando surjan. Anticiparse significa aceptar que, al ritmo actual, el cambio climático perturbará los sistemas alimentarios y, por tanto, tenemos que construir sistemas que puedan resistir esas perturbaciones. Anticiparse significa garantizar que todos los niños tengan algo más que lo mínimo para sobrevivir, de modo que puedan recuperarse más rápido y de forma más estable cuando las crisis se produzcan inevitablemente.

Invertido, este principio significa que ya no podemos contentarnos con responder al hambre y la desnutrición infantil: debemos trabajar duro para anticiparnos a sus manifestaciones y erradicar sus causas profundas. Sólo entonces los niños experimentarán esa plenitud de vida, ese simple «lujo» que el final de la segunda temporada representa al terminar una comida con un inesperado recuerdo alimentario de la infancia.

Confía en los espaguetis de tu familia

El final de la primera temporada de The Bear lo dice alto y claro: tus recetas familiares son, literalmente, oro. Tras rechazar inicialmente los espaguetis con tomate por considerarlos indignos de su menú, el codirector de cocina Carmy (interpretado por el ganador del Globo de Oro Jeremy Allen White) se inspira en la nota escrita por su difunto hermano para retomar ese plato y se lleva una grata sorpresa. Eso es también lo que años de investigación y experiencia han enseñado a World Vision y a otros profesionales de la nutrición y el hambre. En lugar de seguir algún tipo de solución universal, las familias, tribus, comunidades y culturas tienen todas sus recetas locales nutritivas, arraigadas en conocimientos ancestrales y prácticas sostenibles. Deberíamos confiar en ellas y promoverlas.

Una de las escenas que me han parecido más memorables es la de la segunda temporada, cuando la chef Terry (interpretada por la ganadora de un Oscar y un Globo de Oro Olivia Colman), galardonada con una estrella Michelin, se encuentra pelando humildemente hongos en la cocina vacía de su restaurante a primera hora de la mañana, para que los clientes puedan sentir el amor y el cuidado de quienes han preparado su comida. Contrasta ese trato personal con la comida procesada que demasiados padres con bajos ingresos se ven obligados a comprar en rebajas al final de su larga jornada laboral, porque no tienen tiempo ni recursos para cocinar para sus hijos desde cero. Contrasta con las raciones estandarizadas de alimentos básicos que millones de niños hambrientos reciben cada día a través del sistema de ayuda. Pero incluso en estas situaciones, imagino a los padres encontrando la manera de dar su toque, su sabor a esos platos e ingredientes, para que sus hijos puedan disfrutar de una comida especial de amor.

Este es quizás el mensaje de esperanza más poderoso de esta serie: dale a un niño ingredientes suficientemente buenos, apoyo, fe y comunidad y se transformará de un anticuado «Beef» que apenas sobrevive, en un vibrante y fuerte «Bear» digno de una estrella Michelin.

Este artículo fue escrito por Elena Gaia es Directora de Campañas Mundiales de World Vision International, con sede en Ginebra (Suiza). Ha trabajado anteriormente con World Vision, UNICEF y otros organismos de la ONU para combatir la violencia contra los niños, mejorar los sistemas de protección social y defender los derechos de la infancia.