Escrita por: Gabriela Becerra Sánchez / Imágenes y audio: Ariana Aguilar Zárate
«Que Dios bendiga lo que caiga a la barriga» fue la frase con la que Claudia Torres, voluntaria del refugio La Soledad, concluyó su oración por el desayuno de más de 60 personas migrantes que esperaron en fila desde muy temprano la mañana del pasado 5 de marzo. A La Soledad llegan a diario cientos de personas de distintas partes del mundo para recibir alimentos, asistencia médica, asesoría legal, asearse y descansar.
El refugio funciona en las instalaciones de la iglesia del mismo nombre, colindante al icónico y ‘bravo’ barrio de Tepito, en Ciudad de México. Desde hace algunos años el párroco de La Soledad, Padre Benito Torres, ya no celebra misas, únicamente ofrece un servicio dominical. La iglesia se ha convertido en un inmenso dormitorio comunal. Ahora, su misión es acoger a todos los migrantes, incluidas más de 400 personas que permanecen en carpas en la plaza junto al santuario. Su cercanía a las oficinas de migración de Estados Unidos hace que este lugar sea hogar de muchas personas que esperan por un mensaje de texto del CBP One, la aplicación móvil del gobierno americano que recibe solicitudes de asilo.
Según la Secretaría de Gobernación de México, 782.176 personas en situación migratoria irregular se presentaron ante las autoridades mexicanas al ingresar al país en 2023. Más de la mitad de personas que llegaron al país en condiciones de irregularidad huyen de sus países por situaciones conocidas, pero cada vez más críticas, como: hambre, falta de oportunidades y violencia. Para la mayoría de personas migrantes, México se ha convertido en el tramo más difícil de su travesía, aún más duro que la selva de Darién. Si una persona migrante en situación irregular es capturada la regresan a ciudades sureñas o directamente a la frontera con Guatemala.
Son más de las 10 a.m. y la planificación del albergue se descuadró porque los alimentos llegaron tarde. Sin embargo, eso le da tiempo a Claudia para dar algunos anuncios a sus comensales y contar varios chistes. Además de ser Ingeniero Topógrafo, Claudia es ‘payasita’ de profesión y el buen humor es un excelente recurso para apaciguar los ánimos de la gente agotada e impaciente. «Aquí tenemos de todo (personas) venezolanos, ecuatorianos, haitianos, congoleses, afganos, chinos. Todas las nacionalidades han pasado por aquí» dice la voluntaria. Ante la pregunta de ¿cómo se comunica con personas que hablan otro idioma? responde entre risas: «ahí pongo en práctica mis habilidades de mimo, ese es el lenguaje universal». Sin embargo, destaca que la asistencia cada vez se vuelve más compleja, no solo por el incremento histórico de personas en movilidad en Ciudad de México y el país, sino por los desafíos que representa la convivencia entre diferentes culturas, lenguas, costumbres y cultos.
Miles de niñas y niños migrantes en América Latina y el Caribe enfrentan enormes dificultades debido a la falta de acceso a servicios básicos, como agua e higiene. Esta situación se agrava durante su travesía por las rutas migratorias irregulares, donde se exponen a enfermedades, deshidratación y condiciones insalubres que pueden provocar infecciones gastrointestinales, enfermedades de la piel, enfermedades contagiosas y problemas respiratorios que afectan aún más su salud y bienestar durante su viaje.
World Vision México y UNICEF han unido esfuerzos para abordar esta problemática en La Soledad y desde enero de 2024, articulan acciones de Agua, Saneamiento e Higiene (WASH por sus siglas en inglés). Para Evaristo Alcalá, técnico de WASH de World Vision México, “proporcionar kits de higiene es solo el primer paso; por eso, promovemos la educación y las buenas prácticas de higiene a través de charlas. La verdadera efectividad radica en la complementariedad entre proveer recursos y fomentar el conocimiento, asegurando así un impacto duradero en la salud y el bienestar de las comunidades que atendemos» comenta.
Además, desde diciembre de 2023, World Vision México apoya a este, y a otros 6 albergues de Ciudad de México, con insumos de limpieza, higiene, mantas, kits menstruales, kits de bebé y alimentos. Hasta el momento, 3 500 personas, entre niñas, niños y adultos, han participado de este proyecto.
FAMILIAS MIGRANTES EN BUSCA DE SEGUNDAS Y TERCERAS OPORTUNIDADES
En medio del grupo de migrantes, dos familias acceden a contar sus historias de migración.
Luzmar (28), Valeria (7) y Valentín (4) salieron de Ecuador en octubre de 2023 con destino a Estados Unidos. «Nosotros salimos hace muchos años de Venezuela porque no les pagaban bien a mis papás. Después vivimos en Ecuador por 4 años. Allá (Ecuador) tengo primas» dice Valeria. Al preguntarle, ¿qué fue lo más difícil de su camino? la niña responde sin dudar: «La selva (El Tapón de Darién) es muy difícil, hay montañas de barro. No hay comida. Mi mamá nos preparaba una sopa con lentejas y pasta, nada más. Además, sentía miedo. Yo no vi nada porque mi mamá me tapaba los ojos, pero yo sabía que había muertos» concluye Valeria.
La familia de Valeria y Valentín emigró de Ecuador debido a la ola de violencia que vive el país sudamericano. «Salimos porque había mucha inseguridad, pero hasta el día de hoy no hemos tenido descanso. Todo el camino ha sido muy peligroso. Aún más difícil porque viajamos una familia completa, con 8 niños. Gracias a Dios no nos ha pasado nada. Otras personas han sido secuestradas, violadas y les han robado en el camino, es duro.» dice Luzmar.
A México llegaron en noviembre de 2023. No esperaron a la cita para solicitar asilo a Estados Unidos, decidieron avanzar hasta la frontera norte y el 25 de diciembre los devolvieron a Villahermosa, Tabasco al sur del país. Van por su segundo intento de llegar a Estados Unidos, esta vez iniciaron el trámite de asilo. «Los mexicanos son gente buena, pero migración es dura. Ha sido muy difícil. No sé, ¿por qué nos tratan así, no sé qué les hicimos? Tengo miedo de que nuevamente nos atrapen y nos lleven hasta la frontera. Ya no tenemos dinero, pero no puede ser que después de avanzar tanto no llegue a mi destino (Estados Unidos). Yo voy a insistir hasta cruzar» dice la abogada venezolana que busca un mejor futuro para sus hijos.
Junto a Luzmar está Yesmelis (42) y sus hijos, Alejandro (14), Leiru (12) y Chelier (6). Para esta familia todo comenzó en septiembre de 2022, cuando Yesmelis y su esposo decidieron migrar porque sus hijos no pudieron asistir a la escuela por tres años consecutivos debido a su situación económica.
Según la última encuesta ENCOVI 2023, solo 66% de la población entre 3 y 17 años de Venezuela está escolarizada y 40% no asiste a clases con regularidad. La irregularidad en la asistencia escolar, afectada por huelgas y ausencias del personal docente, impacta a aproximadamente 2,6 millones de niños y adolescentes, exacerbando el rezago educativo, especialmente entre los niños de 7 a 11 años.
La selva de Darién fue su primer destino, y cruzarla les tomó nueve días. “Ha sido una de las experiencias más difíciles de mi vida. No se la recomiendo a nadie” comenta Yesmelis. El poco dinero que llevaron se terminó y decidieron quedarse a trabajar, por más de un año, en Costa Rica. En diciembre de 2023, continuaron con el viaje hacia Estados Unidos.
Cerca de llegar a la frontera con Estados Unidos, fueron detenidos y trasladados hasta el sur del país. Nuevamente emprendieron viaje a Ciudad de México y por varios meses están en situación de calle, mientras esperan una cita para solicitar asilo en Estados Unidos. Los estragos de la espera se sienten sobre todo en los niños. “Esto les ha afectado psicológicamente a mis hijos. Yo siento que están muy rebeldes. Ellos no eran así, y me duele verlos que están sufriendo. Yo no tengo ni papá ni mamá a quien dejarlos, por eso decidimos venir a que lucharan con nosotros” dice Yesmelis. La falta de redes de apoyo es una de las vulnerabilidades a las que se enfrentan las familias migrantes.
Valentín y Chelier, los más pequeños de estas familias, ahora son amigos y pasan mucho tiempo jugando. Sin embargo, a pesar de su corta edad, sus ojitos reflejan el cansancio y la desesperanza de una cruzada migratoria interminable. Eso, sin lugar a dudas, es un llamado urgente para todas y todos para que hagamos la diferencia en la vida de las niñas y niños migrantes.
Desde 2019, la Respuesta Multipaís a la Crisis Migratoria “Esperanza sin Fronteras” de World Vision trabaja en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela para abordar las causas profundas que impulsan la migración irregular. En colaboración con nuestros aliados, hemos establecido un modelo que, no solo responde a las necesidades inmediatas de las personas migrantes y de comunidades de acogida, sino que también busca construir un futuro más esperanzador para quienes han salido de sus hogares en busca de bienestar. A través de nuestros proyectos de Protección, Seguridad Alimentaria y Nutrición, Integración Socioeconómica y Salud Mental hemos brindado más de 2 millones de atenciones a niñas, niños, adolescentes migrantes y sus familias.
Sin embargo, nuestro trabajo está lejos de terminar. Cada día, miles de niñas y niños migrantes enfrentan desafíos mientras luchan por un futuro seguro y digno. Con tu ayuda, podemos continuar brindando esperanza y oportunidades a la niñez migrante en nuestra región. Visita www.worldvisionamericalatina.org y haz tu donación hoy mismo.