En medio de la creciente violencia y la inseguridad, la familia de Alexandra, como tantas otras en Haití, se encontró inmersa en el epicentro de una crisis humanitaria. Su lucha por sobrevivir refleja la realidad de miles, incluso cientos de miles, que han sido desplazados por el conflicto armado y la agitación política, con sus vidas pendiendo de un hilo mientras el país se tambalea al borde del colapso.
A raíz de la turbulencia que azotó su vecindario –atrapados en el fuego cruzado de la violencia de pandillas y la inseguridad–, Alexandra y su familia se vieron obligados a abandonar su hogar en Petion-Ville y emprendieron un angustioso viaje en busca de seguridad y estabilidad.
La travesía de Alexandra refleja la cruda realidad que enfrentan muchos en Haití, donde las pandillas en guerra controlan las calles, y el simple hecho de ir al mercado se convierte en un desafío difícil. «No podemos salir. No podemos ir a los mercados. No teníamos suficiente comida para comer», relata Alexandra.
Huir de la violencia significaba emprender un peligroso viaje, confiar en el transporte público, atravesar caminos controlados por grupos armados y tener fe en poder llegar hasta el refugio más seguro. Con su esposo e hijo a su lado, Alexandra navegó entre la incertidumbre, sin saber qué les esperaría al otro lado.
A medida que la crisis se desarrolla, el éxodo en Puerto Príncipe continúa sin cesar, con alrededor de 95,000 personas que han huido de la ciudad en el último mes, buscando desesperadamente seguridad. La mayoría se dirige hacia los departamentos de Grand Sud, mientras que un número creciente busca refugio en la isla de La Gonâve –donde opera World Vision– y en la frontera entre Haití y la República Dominicana.
Sin embargo, incluso mientras huyen, el espectro de la deportación es inminente, con más de 4,500 personas expulsadas de la frontera por las autoridades dominicanas solo en marzo. A pesar de la continua agitación, la OIM informó que los países vecinos devolvieron forzosamente a 13,000 migrantes a Haití en marzo. Eso supone un aumento del 46 por ciento en comparación con el mes anterior.
Mientras tanto, la situación humanitaria sigue deteriorándose, con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtiendo sobre una inminente crisis alimentaria. La insuficiente ingesta de alimentos, la disminución de los ingresos y el aumento de los precios de los alimentos han dejado a millones en riesgo de hambre. Productos alimenticios básicos como arroz, frijoles, leche y huevos se han vuelto cada vez más escasos, exacerbando una situación ya grave.
En medio de la inseguridad alimentaria, otra crisis acecha: la desnutrición aguda. Según el análisis de desnutrición aguda del IPC, cerca de 277,000 niños enfrentan o se espera que enfrenten desnutrición aguda, con una serie de factores que contribuyen, incluyendo la inseguridad, brotes de cólera, mala calidad de los alimentos y acceso limitado a agua limpia.
Llegar a su nueva comunidad trajo un sentido de alivio, un respiro entre el miedo constante que sentían en Petion-Ville. «Me siento más segura aquí. Siento que puedo salir y comprar cosas. No tengo miedo«, admite Alexandra, agradecida por la apariencia de normalidad que han encontrado en medio del caos.
Sin embargo, pese a la sensación de seguridad, la incertidumbre es grande. Para Alexandra y muchos otros como ella, la lucha por la supervivencia continúa. «La mayor dificultad para nosotros es la comida y el alojamiento», comparte, destacando los desafíos marcados que acompañan al desplazamiento.
El acceso a necesidades básicas como alimentos, agua limpia y atención médica sigue siendo esquivo. «El mayor problema para mí es el acceso a la salud«, lamenta Alexandra, «ni siquiera hay un centro de salud aquí», subrayando la necesidad urgente de servicios de atención médica accesibles y fuentes de agua limpia para prevenir la propagación de enfermedades.
Alexandra y su familia tuvieron la fortuna de recibir apoyo de World Vision, que llegó a 380 personas desplazadas y sus familias con kits de higiene, juegos de cocina y kits de refugio tanto en Puerto Príncipe como en Programas de Área en todo Haití. Y aunque la asistencia multipropósito en efectivo se entregará a 1,000 familias desplazadas en Puerto Príncipe durante abril y mayo, nuestros esfuerzos solos no son suficientes
La comunidad internacional debe intensificar y responder a los llamados de una nación en crisis, ofreciendo apoyo y solidaridad a aquellos que han quedado para soportar el peso de la violencia y la inseguridad. Solo entonces Haití podrá comenzar a reconstruir y recuperar la esperanza.
Mientras Haití lucha con una crisis humanitaria en aumento, la historia de Alexandra nos recuerda con fuerza el costo humano del conflicto y la inestabilidad. Su resiliencia es un testimonio del espíritu indomable del pueblo haitiano, que persevera a pesar de las probabilidades en su contra.
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