Volver a abrazarlos: una historia de reunificación, dolor y esperanza
Therese llegó a Colombia con el corazón encogido y una urgencia que ninguna madre debería enfrentar: reencontrarse con sus hijos menores, Kaosi y Aissatha, quienes estaban bajo custodia del Estado colombiano. Aunque su hogar está en São Paulo, Brasil, su viaje a Colombia fue abrupto. Vino desde Guinea, su país natal, tras recibir una noticia devastadora que cambió para siempre el rumbo de su familia.
Meses atrás, Therese había viajado a Guinea por unos días para visitar a su madre enferma y nietos. Mientras tanto, su hija mayor, Sia Bah, tomó una decisión que marcó el destino de todos: salir de Brasil con sus hermanos menores, con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Lo hizo sin autorización, sin documentación vigente, sin recursos y sin condiciones mínimas de protección. Su deseo era encontrar un lugar donde pudieran tener una vida mejor, pero eligió una de las rutas más peligrosas del continente.
La familia llegó hasta Necoclí, en la costa caribeña de Colombia, uno de los últimos puntos antes de enfrentar el Tapón del Darién: una selva inhóspita, sin ley, donde cientos de personas han desaparecido. Fue ahí donde los planes se detuvieron. Sia Bah, se enteró que estaba embarazada y debido a complicaciones de salud, fue ingresada de emergencia al hospital local y luego trasladada a Montería, donde lamentablemente falleció.
Mientras tanto, Kaosi y Aissatha, expuestos a un entorno incierto y sin protección familiar, fueron temporalmente cuidados por una mujer migrante en la playa de Necoclí. Al reconocer que no podía asumir esa responsabilidad, acudió a la Comisaría de Familia, que activó los protocolos de protección. Así, los niños fueron acogidos por el sistema de bienestar infantil colombiano y llevados a un hogar sustituto.
Este caso no es aislado. Cada vez más niñas, niños y adolescentes migran solos o quedan bajo el cuidado de personas que no tienen vínculos ni responsabilidad reales con ellos. Decisiones tomadas por adultos —muchas veces desde el dolor, la desesperación o la falta de oportunidades— terminan exponiéndolos a riesgos extremos: violencia, abuso, explotación, separación, enfermedades, y en el peor de los casos, la muerte.
La historia de Therese cambió de rumbo gracias al trabajo articulado de múltiples actores. La Comisaría de Familia, el consulado de Brasil, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y World Vision Colombia, con el apoyo del Departamento de Estado de Estados Unidos a través de PRM, trabajaron juntos para lograr la reunificación. El proyecto Más Allá de las Fronteras brindó acompañamiento psicosocial, orientación legal, hospedaje, alimentación y la gestión del transporte humanitario necesario para que Therese pudiera reencontrarse con sus hijos.
Jessica, trabajadora humanitaria de World Vision, acompañó cada paso del proceso. Estuvo allí cuando Therese abrazó a sus hijos por primera vez después de meses de incertidumbre. Tras una noche de descanso en Bogotá, la familia tomó un vuelo de regreso a São Paulo, donde les esperaba Thierno, la actual pareja de Therese.
La historia de esta familia nos recuerda que, para las niñas y niños migrantes, el cuidado familiar no siempre es el que se conoce como tradicional. A veces es la mamá que cruza el océano para reencontrarse con sus hijos. Otras veces es una mujer migrante que, sin tener vínculos de sangre, protege a quienes han quedado solos. Y muchas veces, es el sistema de protección y las organizaciones humanitarias quienes se convierten en ese soporte necesario.
En el marco del Día de la Familia, esta historia nos invita a reflexionar sobre el poder restaurador del vínculo familiar en medio de la adversidad. Para miles de niñas y niños en situación de movilidad, la familia, propia o la que se forma en el camino, es el refugio que puede marcar la diferencia entre la desprotección y la esperanza. En palabras de Therese, al llegar nuevamente a casa junto a sus hijos: “Yo estoy agradecida con tantos ángeles que en Colombia me dieron una mano y lograron que regresará a Brasil junto con mis hijos. Solo busco ahora seguir trabajando, cuidando y amando a mi familia en esta ciudad que una vez más me recibe”.
La reunificación de esta familia fue posible gracias a la articulación interinstitucional y al compromiso de quienes creemos que ninguna niña o niño debería vivir sin protección. Pero la realidad es que la mayoría de las historias no tienen este final. Por eso, desde la Respuesta Multipaís a la Crisis Migratoria de World Vision “Esperanza sin Fronteras” seguimos trabajando para prevenir estos riesgos desde los lugares de origen y en las comunidades de acogida, brindando medios de vida dignos, acceso a información segura y respuestas humanitarias oportunas que coloquen a la niñez migrante en el centro.
Nota editorial: Esta historia fue adaptada por el equipo de Comunicaciones de la Respuesta Multipaís Esperanza sin Fronteras con motivo del Día de la Familia 2025. Su versión original, escrita por Felipe Martín, fue publicada en el Informe de Gestión 2024 de World Vision Colombia (págs. 22–23).