Los testimonios que leerás a continuación son reales y representan la cruda realidad de miles de mujeres en el mundo. Por motivos de seguridad y para proteger a las protagonistas, hemos cambiado sus nombres.
La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo una de las violaciones más graves de los derechos humanos en todo el mundo. Cada 10 minutos, una mujer es asesinada, y se estima que una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual al menos una vez en su vida, según cifras de ONU Mujeres. Este flagelo no solo destruye vidas, sino que perpetúa el ciclo de sufrimiento en familias y comunidades enteras.
En este artículo compartimos historias reales de mujeres haitianas que han vivido experiencias desgarradoras de violencia, con el propósito de generar conciencia sobre la urgencia de erradicar esta problemática.
Historias que no deben repetirse
Ana, una madre luchadora
Ana es una madre de 29 años con cuatro hijas pequeñas. Su vida dio un giro trágico cuando la violencia armada azotó su comunidad en Puerto Príncipe, Haití. Aunque intentaron mantenerse a salvo, su esposo fue asesinado mientras trataba de protegerlas.
Desde entonces, Ana ha enfrentado desafíos inimaginables, como la falta de vivienda, hambre y la imposibilidad de enviar a sus hijas a la escuela. Gracias al apoyo de organizaciones humanitarias, pudo iniciar un pequeño negocio para alimentar a sus hijas y recibió atención psicológica que le devolvió la esperanza. Sin embargo, el peso de la pérdida y la incertidumbre sigue marcando su vida.
Ella comparte:
«A veces pienso que mis hijas estarían mejor sin mí, pero luego me doy cuenta de que ellas me necesitan más que nunca.»
María, sobreviviente y madre resiliente
María, de 30 años, también vive en Haití con sus tres hijos. Su esposo fue asesinado mientras trabajaba, y meses después, ella fue víctima de una violación que la marcó profundamente. A pesar de las dificultades, María lucha día a día para cuidar de sus hijos. Vive en condiciones precarias, enfrentando discriminación y falta de recursos.
Con valentía, María ha encontrado formas de salir adelante. Inició un pequeño negocio y ha recibido ayuda psicológica que le ha permitido encontrar algo de paz. No obstante, sueña con un futuro mejor para sus hijos, especialmente en su educación, que se ha visto interrumpida desde la muerte de su esposo.
María, con una mezcla de esperanza y dolor, expresa:
“Cada vez que veo a mis hijos, recuerdo lo que sufrí. Ellos son mi fuerza, pero también mi dolor.”
La violencia contra las mujeres no puede ser ignorada
Las historias de Ana y María no son casos aislados. En 2023, más de 51.000 mujeres y niñas fueron asesinadas a manos de sus parejas o familiares. Estas cifras reflejan una realidad alarmante que afecta tanto a países en desarrollo como a aquellos con economías avanzadas.
Además, la violencia hacia las mujeres se intensifica en entornos afectados por conflictos, desigualdad económica y fenómenos como el cambio climático. Haití, como otros países vulnerables, enfrenta desafíos sociales y estructurales que exacerban esta problemática, dejando a miles de mujeres y niñas expuestas a situaciones de riesgo extremo.
No hay excusa
La violencia contra las mujeres no es inevitable, y es responsabilidad de todos y todas acabar con ella. Para ello, es necesario:
- Acabar con la impunidad: Adoptar y reforzar leyes que castiguen a los responsables.
- Invertir en prevención: Financiar programas de educación y sensibilización en todos los niveles sociales.
- Apoyar a las sobrevivientes: Brindar acceso a refugios, apoyo psicológico y oportunidades económicas.
- Fortalecer movimientos por los derechos de las mujeres: Escuchar las voces de las afectadas y promover sus soluciones.
Ana y María piden lo mismo: educación para sus hijos, un hogar seguro y un futuro donde puedan vivir sin miedo. Estas demandas son mínimas, pero esenciales para romper el ciclo de violencia.
ÚNETE a la causa
Es hora de alzar la voz contra la violencia hacia las mujeres. ÚNETE a movimientos locales y globales y promueve el respeto, la igualdad y la dignidad en cada espacio. Porque ninguna mujer y niña debería vivir con miedo, y ninguna vida debería ser truncada por la violencia.
Comparte este mensaje. Ora por las mujeres de Haití y del mundo. Actúa para construir un mundo donde el respeto sea la norma y no la excepción.