Glenys, la cocinera y emprendedora venezolana que logró surgir en Cerro Chuño

Glenys, la cocinera y emprendedora venezolana que logró surgir en Cerro Chuño

Glenys García (42 años) es venezolana y llegó a Chile en noviembre del 2021 junto a su marido, tres hijos y una nieta. Con su familia arribó directamente al asentamiento irregular de Cerro Chuño en la comuna de Arica, en el norte del país, logrando contar con un espacio donde residir con los ahorros que tenían. Los dos hijos adolescentes entraron al colegio, y su hija más grande apoyaba en labores de cuidado.

Si bien su marido empezó trabajado en pequeñas labores de construcción, Gladys se dio cuenta que también era necesario que ella misma aportara a la economía del hogar, por lo tanto, cuando una vecina la motivó a vender desayunos para los vecinos de la población, ella se motivó. Utilizó los conocimientos que tenía sobre cocina y todo lo que le quedó de sus ahorros para construir un pequeño puesto de comida que inició con un toldo donde vendía desayunos con empanadas venezolanas.

Una vez que logró establecerse y comenzar con su emprendimiento, la vecina que inicialmente la había apoyado le solicitó irse del lugar, ya que ella también puso su propio negocio y no la quería cerca ya que le afectaba su clientela. Por lo que Gladys tuvo que buscar un lugar diferente donde pudiera continuar con su local de comida.

UN APOYO PARA CRECER

Fue en esos meses cuando se encontró con la organización internacional World Vision, quienes se encontraban apoyando líneas de emprendimiento. Al principio, fue beneficiaria de cash transfer para comprar mercadería para su negocio, luego recibió un taller de empoderamiento para emprendedoras, accedió a cursos de repostería y posteriormente la consideraron para un “capital semilla” recurso que utilizó para continuar comprando materia prima para su local de empanadas.

El impacto que ha tenido en su vida el apoyo de World Vision ha sido significativo en múltiples aspectos. Desde el ámbito económico, ha recibido el respaldo necesario para fortalecer su emprendimiento a través del “capital semilla”, y más allá de lo monetario, los conocimientos adquiridos en los talleres han sido una herramienta invaluable en su desarrollo personal y familiar, cuenta Glenys. Un ejemplo es el taller de empoderamiento que la ayudó a comprender y manejar mejor sus emociones y poder aplicarlo con sus propios hijos en el hogar. El curso de marketing, cuenta, la ayudó a fortalecer sus conocimientos y administrar mejor sus recursos.

Por otro lado, el poder participar en los talleres no solo le ha brindado herramientas y conocimientos valiosos, sino que también ha sido una puerta de entrada para su integración en la sociedad. A través de estos espacios ha tenido la oportunidad de conocer a personas solidarias y generosas que con su apoyo y buena voluntad han contribuido a su crecimiento y bienestar, ya que con estos encuentros y con la ayuda de WV ha podido crear una red de apoyo que le brinda confianza y seguridad. También al compartir su experiencia con otras personas en situaciones similares, ha creado lazos de amistad y colaboración que la motivan a seguir adelante y así mismo ir dando consejos o recomendaciones a quienes están en su misma situación.

UN EJEMPLO PARA OTRAS MUJERES

Glenys cuenta que una dificultad que ha tenido en su experiencia de migrar ha sido enfrentarse a la soledad en un país que no es el suyo, lo que se suma al deseo recurrente de regresar a su patria. Sin embargo, es consciente de que por ahora esa no es una opción, por lo que sigue adelante, adaptándose a su nueva realidad y buscando oportunidades para salir adelante junto a su familia.

Poco a poco, su emprendimiento ha ido creciendo con la ayuda no solo de World Vision, sino también de su marido y su familia. Con los recursos adquiridos, logró construir un pequeño local con material ligero, compró un horno, y ahora además de empanadas, vende pastelitos venezolanos, jugos naturales, y bebidas. Felizmente ha logrado reconocimiento entre sus vecinos y clientes. A través de su negocio, no solo ha logrado estabilidad y autonomía para ella y su familia, sino que también ha encontrado una manera de integrarse en su nuevo entorno, compartiendo su gastronomía y conectando con otras personas su cultura a través de la comida.

 

Con esfuerzo, valentía y mucho trabajo, Glenys transformó sus habilidades en la cocina en un emprendimiento. Aprendió, se adaptó, pidió ayuda cuando fue necesario y nunca dejó de creer en sí misma. Hoy, su negocio no solo es un éxito, sino que también es un ejemplo de inspiración para muchas otras mujeres que, como ella, buscan una oportunidad para salir adelante en un país desconocido y desafiante.