Escrito por: Thiago Crucciti, Director Nacional de World Vision Brasil.
El 5 de septiembre no solo marca la fecha en que D. Pedro II, en 1850, creó la provincia que hoy es el estado de Amazonas en Brasil. La fecha es reconocida como el Día de la Amazonía y también es un importante recordatorio de la riqueza natural que atesora la región en sus 7 millones de kilómetros cuadrados. El Amazonas se extiende por nueve países, alberga casi la mitad de los bosques tropicales que quedan en la humanidad, tiene uno de los biomas más diversos del mundo, el 20% de las reservas de agua dulce de la superficie de la Tierra y entre 150 y 200 mil millones de toneladas de carbono.
También es hogar de más de 40 millones de personas, residentes de la cuenca más importante del planeta y quienes viven en extrema pobreza. Por surrealista que parezca, aunque rodeadas de tantos recursos naturales, estas familias no tienen acceso a agua potable. Para empeorar las cosas, menos del 30% tiene servicios sanitarios básicos, los niños están muriendo de enfermedades infecciosas prevenibles y muchos pasan hambre. No podemos olvidar que 3.344 territorios indígenas oficialmente reconocidos también forman parte de la Amazonía, junto con poblaciones tradicionales, formando parte de comunidades que muchas veces son desplazadas por la fuerza por el impacto de las industrias extractivas que contaminan el agua y el suelo que cultivan.
Al vivir en esta región, que tiene el potencial de hacer viable el futuro de la vida en la Tierra gracias a su importancia estratégica para el equilibrio del medio ambiente, los niños amazónicos muestran niveles alarmantes de fragilidad. En 2021, UNICEF publicó el Índice de Riesgo Climático Infantil, que muestra la grave susceptibilidad de los más pequeños a los impactos del cambio climático. En la Amazonía este peligro aumenta significativamente ya que aún no existen mecanismos adecuados de protección social para la niñez, garantía de derechos, salud y educación. El inmenso territorio amazónico sufre de una falta de presencia institucional y de gobernanza, lo que lo hace propenso a actividades criminales que amenazan a los niños con diversas formas de violencia, trabajo infantil, abuso y explotación.
Siempre atenta a las demandas más urgentes para garantizar la protección y otros derechos fundamentales de los niños, las niñas y adolescentes, World Vision Brasil se ha unido con otras oficinas de la confraternidad World Vision para la implementación de la Iniciativa de la Cuenca Amazónica, que ha movilizado recursos globales para trabajar por el futuro de la niñez en la región. Queremos impactar positivamente la vida de 10 millones de personas –6 millones de niños y 4 millones de adultos– y contribuir para que 25 millones de hectáreas de tierra sean restauradas, conservadas y permanezcan protegidas. Durante los próximos siete años, nuestros equipos apoyarán la resiliencia al cambio climático y los medios de vida sostenibles para familias en seis países a lo largo del río Amazonas y sus afluentes: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Desde Brasil, esta operación intensifica las actividades que desde hace 25 años hemos venido desarrollando en la región, previniendo y mitigando riesgos para la niñez.
Queremos promover y ampliar sistemas de medios de vida resilientes para mejorar el acceso a alimentos e ingresos, garantizando el desarrollo sostenible de las comunidades indígenas y tradicionales. En este proceso, es fundamental que se mejoren los productos amazónicos para que haya tanto una mejora en los rendimientos como una reducción en la explotación de los recursos naturales. Es posible estructurar medios seguros de subsistencia, gestionando racionalmente los recursos para invertir, más allá de lo básico, en las necesidades de los niños. Se pueden lograr mayores ingresos mediante la eficiencia en el cultivo agroforestal, la pesca y otras soluciones económicamente sostenibles.
Por nuestra experiencia en la región, sabemos que las plantaciones allí normalmente son susceptibles a las crecidas de los ríos, y las variaciones climáticas han cambiado el estandar de lluvias, inundando las áreas de cultivo, lo que en algunos casos, hace inviable la cosecha. Por tanto, es cada vez más necesario priorizar métodos de plantación adaptados a los efectos de los cambios climáticos. El informe de InfoAmazônia muestra que, de 2001 a 2020, el 9% del territorio amazónico total, más de 54,2 millones de hectáreas, fueron agotados y saqueados. Para restaurar, proteger y conservar el ecosistema de restauración colectiva tradicional indígena, utilizamos la metodología de Regeneración Natural Gestionada por Agricultores (FMNR, por sus siglas em inglés), que prioriza mantener el equilibrio entre la flora local y la subsistencia. De esta manera, es posible mitigar impactos y adaptar estrategias para enfrentar las variaciones climáticas.
En medio de todos estos desafíos, la población en la Amazonía lucha diariamente con la falta de protección pública y asistencia social. En cada uno de los países, la vasta zona de la subregión se destaca como una de las más empobrecidas, subdesarrolladas y afectadas por violaciones de derechos. Sabemos que esta difícil realidad es causada por innumerables factores, incluidas las flagrantes desigualdades que prevalecen en las zonas urbanas. Por eso, cada vez más, nuestro foco está en trabajar para resolver estos problemas, generar mayor conciencia sobre el cambio climático y amplificar la voz de niños, adolescentes, jóvenes y grupos vulnerables de pueblos indígenas, por el futuro de la Amazonía, de sus habitantes y de nuestro planeta.