La vacuna contra la COVID-19 es un triunfo científico que nadie puede reclamar hasta que llegue a las comunidades más vulnerables
La vacunación contra la COVID-19 en todo el mundo es la noticia que todos deseábamos escuchar. Sin embargo, hay que asegurarse que se produzca una participación equitativa de las personas más vulnerables para que sean tratadas con justicia y valoradas por igual.
A comienzo de este año las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS) fueron muy claras: el mundo está al borde de un «catastrófico fracaso moral», ya que las naciones más ricas reciben millones de dosis de vacunación mientras que los países más pobres se quedan atrás. World Vision está comprometida con el apoyo a la implementación global y justa de las vacunas respaldadas por la OMS y se está asociando con gobiernos, líderes religiosos y trabajadores de salud comunitarios para combatir la propagación de la COVID-19.
La ONG sigue pidiendo la distribución equitativa de las vacunas y apoya plenamente los esfuerzos de COVAX, una iniciativa global que trabaja con los fabricantes de vacunas para hacer realidad el acceso universal y garantizar así que los países con menos ingresos puedan tener acceso al mismo ritmo que los países más ricos. Desde enero y hasta fin de año COVAX tiene como objetivo entregar al menos 2 mil millones de dosis y al menos 1,3 mil millones irán destinadas a 92 países con los ingresos más bajos
World Vision insta a los líderes mundiales a garantizar que las vacunas se distribuyan de acuerdo con el tamaño de la población y se administren primero a los más vulnerables. A medida que los gobiernos deciden quién debe vacunarse primero, deben considerar a los que generalmente la reciben al final. Las poblaciones vulnerables, como los refugiados que están en campamentos abarrotados, las personas que viven en asentamientos urbanos informales donde la enfermedad se propaga más fácilmente, los más pobres que ya han sufrido mucho con los confinamientos y las poblaciones minoritarias en riesgo, deben seguir siendo prioritarias durante toda la campaña de inmunización.
Niños refugiados y desplazados, los más vulnerables
Un récord de 79,5 millones de personas fueron desplazadas por la fuerza en todo el mundo a finales de 2019, incluidos entre 30 y 34 millones de niños. A pesar de las peticiones de un alto el fuego global del Secretario General de la ONU, los conflictos han seguido expulsando a miles de personas de sus hogares en 2020. Solo entre el 23 de marzo y el 15 de mayo de 2020, el conflicto armado en 19 países desplazó al menos a 661.000 personas. La gran mayoría reside en estados frágiles y de bajos ingresos con capacidad o voluntad limitada para prevenir y responder a la COVID-19. Estos niños desplazados son algunos de los más vulnerables a los impactos indirectos de la pandemia.
La condición de refugiado, solicitante de asilo, migrante o apátrida deja a muchas personas aisladas de los sistemas y servicios críticos durante una pandemia, normalmente disponibles para ciudadanos y personas con estatus legal reconocido en un país de acogida. Si bien una vacuna representa un triunfo científico, nadie puede reclamar la victoria hasta que llegue a las comunidades más vulnerables.